ALGUNOS APUNTES SOBRE LA NUEVA POLITICA INTERNACIONAL DE MÉXICO
Por Manuel Vega Zúñiga
Hoy se reunieron en México, Pedro Castillo, Miguel Díaz-Canel y Nicolás Maduro, junto con Andrés Manuel López Obrador como anfitrión de la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, 2021. Para los siguientes años, podría haber también una digna representación de Chile, de Colombia, de Ecuador y del Brasil.

El potente discurso de Andrés Manuel en su carácter de Presidente pro tempore de la CELAC hace un par de meses en el marco del 238 aniversario del natalicio de Simón Bolívar no es causalidad ni ornamentación; sino praxis política con visión estratégica y horizonte geopolítico.
El triunfo de Andrés Manuel y de Morena ha significado la retomada de las Cumbres anuales de la CELAC, luego de que fueran suspendidas con el retorno de gobiernos de derecha ahí en donde habían emergido experiencias políticas antineoliberales.
Retomar y consolidar organismos internacionales de integración regional como la UNASUR y la CELAC, permitirían no sólo hacer frente a la organización multilateral político-empresarial de bloques ultraderechistas como al Grupo de Lima, sino también generar nuevas condiciones regionales para la interacción comercial, política, económica y diplomática con Europa, Asia y Norteamérica, en términos menos desiguales; con soberanía y dignidad, defendiendo la autodeterminación de los pueblos, promoviendo la cooperación para el desarrollo y la ayuda mutua para combatir la desigualdad y la discriminación, combatiendo no sólo con firmeza moral sino también con fuerza material el imperialismo, el intervencionismo y hasta el golpismo azuzado por las potencias mundiales y las empresas trasnacionales colocando sobre nosotros el yugo del derecho internacional imperial vigente.
Sin internacionalismo de izquierda no hay proceso de transformación global posible más allá de las resistencias aisladas condenadas a la muerte del derecho del más fuerte, sino se lucha pensando en la modificación estratégica de las correlaciones de fuerzas y colocamos sobre el horizonte no la supervivencia inmediata, sino además la posibilidad de hegemonizarse para la emancipación de los pueblos.
Estamos viviendo en México un proceso histórico, sui generis, que debemos leerlo desde la capacitad de interpretar el presente y de reescribir el presente. Con todos sus límites y contradicciones, con su composición variopinta que no es sino el reflejo del poder real que hoy comanda, pero siendo conscientes de que las potencias plebeyas de este proceso histórico pueden generarse y expandirse no desde la cómoda posición del ciudadano-pasivo-votante y/o criticante en redes sociales, sino desde la ciudadanía activa y militante vinculada a procesos organizativos concretos.

El internacionalismo de izquierda nos coloca de frente el reto de afianzar la vida y reproducir lo vivo de otra manera, y para ello es preciso superar el estrecho horizonte de la democracia liberal de la OEA al servicio de la economía neoliberal. México y la larga lucha popular han inaugurado ya en el plano regional el segundo periodo de los gobiernos progresistas en América Latina.