La energía eléctrica y el mito de las renovables
Por José Luis Hernández Ayala
La gran aspiración de los acuerdos para reducir la emisión de los gases de efecto invernadero (COP-21), es la de reducirlos entre un 40 y un 70 por ciento en 2050 en comparación con el año 2010, alcanzando un nivel cero en 2100. Sin embargo, este objetivo se antoja, por el momento, inalcanzable y sin alternativas viables para lograrlo.
Un ejemplo de ello es el caso de Alemania, después del desastre de la central nuclear de Fukushima, Japón, en 2011, acordó cerrar sus plantas nucleares (que no pueden considerarse “energía limpia” por los riesgos que implica), para suplir esta fuente de energía, dedico su potencial tecnológico e industrial para el impulso de energías renovables ante la falta de petróleo en su territorio. No obstante, pretender que para 2030 o una década después pueda reemplazar al 100% la energía fósil por energías renovables es simplemente una aspiración sin sentido puesto que su capacidad solar, eólica e incluso hidráulica es muy limitada.
La energía nuclear no es aceptada por los propios alemanes, a diferencia de los franceses que pueden producir la totalidad de su energía por esta vía, dependen totalmente de gas ruso al que por un artificio de palabras quieren pasar por un proceso limpio en la generación de energía eléctrica.
En otras palabras, la maquinaria industrial alemana carece de energía y la poca que puede generar con la renovables es intermitente y no cuenta con el respaldo de energías fósiles o hidráulica para mantener un sistema estable.
Esta contradicción puede ser detonador de graves conflictos internacionales de consecuencias imprevisibles. Las actuales provocaciones de la OTAN en contra de Rusia van en ese sentido.
En México las renovables nos llegaron a través de empresas españolas que, con su capacidad de corromper a gobiernos al más alto nivel, nos impusieron su reforma energética avalada por el gobierno de Enrique Peña Nieto en el 2013.
Hoy lo dueños de Iberdrola no son los socios originales, sino que vendieron sus acciones a fondos supranacionales como Black Rock con los que ahora se tiene que enfrentar la iniciativa de AMLO. Los representantes de esos fondos han dicho que así estaban las reglas y que cualquier cambio de éstas llevaría a una pérdida de confianza para seguir invirtiendo en el país. A la postre tiene más valor la letra escrita en la reforma y sus leyes secundarias actuales que la racionalidad de la inversión hecha en las plantas de ciclo combinado y de energía renovable instaladas.

Gracias a la heroica Resistencia del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) fue posible rescatar, en concesión por 30 años, las plantas de generación de energía de Luz y Fuerza del Centro, de otra forma ahora estarían en manos de empresas extranjeras. En el marco de la actual Reforma Eléctrica, sería deseable que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador aceptara la oferta de recuperar dichas concesiones a cambio de la reinserción laboral de los trabajadores del SME dentro de Comisión Federal de Electricidad (CFE). De esta manera el Estado mexicano recuperaría el 100% de las plantas hidroeléctricas y de reactivar la planta de lechería con un potencial de 1,700 megas en la zona centro del país y se repararían los agravios cometidos por el Estado mexicano en contra de los derechos humanos y laborales de los trabajadores electricistas.
Como vemos en el caso de Alemania, la necesidad de la transición energética es un camino lleno de espinas y que puede generar peligrosos conflictos internacionales.
Subrayamos que las energías renovables aún no pueden remplazar a la energía fósil. Es necesario que los estados recuperen el control de su sector energético e inicien una planificación internacional para reducir el consumo de energía fósil (por ejemplo, intensificando el uso de transporte público, reduciendo el uso del automóvil, autobuses y tracto camiones y sustituyéndolos por el ferrocarril) e intensificando el aprovechamiento de la energía geotérmica (Islandia) y de otras fuentes sustentables.
La mejor posibilidad de que en México se pueda garantizar una efectiva transición energética es aprobando la iniciativa de Reforma Eléctrica presentada por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.