El pueblo saharaui lucha por su autodeterminación
Por Tamara Barra Monzón
Desde hace más de cuarenta años, el pueblo saharaui se encuentra resistiendo a la invasión a su territorio realizada por el reino de Marruecos, quien de manera ilegal ocupa el Sahara occidental a pesar de las resoluciones emitidas por la ONU y la Unión Africana, en las que se ha reconocido de manera reiterada el derecho del pueblo saharaui a su autodeterminación, independencia y soberanía.

Más de 80 países en el mundo reconocen a la República Árabe Saharaui Democrática, RASD, México entre ellos[1]. Actualmente la RASD es miembro de pleno derecho de la Unión Africana y el único fuera de ésta es Marruecos. La zona del Sahara occidental tiene una posición geoestratégica importante y es rica en algunos recursos naturales, motivo por el cual Marruecos invadió y mantiene la ocupación del territorio desde el año de 1976[2].
Por mencionar algunos datos, desde el año 2002 la extracción, explotación y exportación de los fosfatos del Sahara se encuentra en manos de empresa estatal marroquí Office Chérfien des Phosphates, misma que obtiene una ganancia aproximada a los 600 millones de Euros anuales; también la zona marítima saharaui ha sido y es saqueada en la actualidad por Marruecos, dando ganancias de más de 36 millones de Euros al año al tener un acuerdo pesquero con la Unión Europea[3].
La lucha del pueblo saharaui comenzó a finales de los sesentas, entonces contra el colonialismo español. Desde el 27 de febrero de 1976, fecha del nacimiento de la República, el pueblo saharaui sigue luchando por su independencia. La República Árabe Saharaui Democrática, RASD, es el último territorio africano pendiente de descolonización. Geográficamente se encuentra limitado al norte por Marruecos (500 Km de frontera), al noreste por Argelia (70 Km de frontera), al este y al sur por Mauritania (1570 Km de frontera) y al oeste por el Océano Atlántico.
En el año de 1980 el reino marroquí ordenó la construcción de un muro de piedra conocido como el “muro de la vergüenza”, edificado para controlar la zona llamada ”Triángulo útil”, considerada la zona económica más importante del Sáhara. El muro tiene una longitud de 2,720 Km, y fue construido en seis etapas. Éste se encuentra rodeado por más de 10 millones de minas explosivas, 240 baterías de artillería pesada, 20, 000 Km. de alambre de púas, y está custodiado por 105, 000 soldados armados. El muro tiene un costo aproximado de mantenimiento diario de un millón de euros[4].

Alrededor de 200,000 saharauis viven en los campamentos de refugiados que se encuentran cerca de la ciudad argelina de Tinduf, en donde a pesar de todas las dificultades –la escasez del agua y las altas temperaturas son características que todos deben tolerar-, los saharauis, también conocidos como los “hijos de las nubes”, crean, educan, aman, bailan, luchan y resisten.
En los campamentos de refugiados existe una estructura político administrativa muy bien constituida; se puede afirmar que la organización de los campamentos es verdaderamente espectacular; cada wilaya o provincia está dividida en regiones o dairas en las cuales hay hospitales, escuelas, huertas de alimentos, mismos que son dirigidos a través de los Comités organizativos de salud, educación, suministros, desarrollo económico, justicia y aspectos sociales, encargados de regular todas actividades de los campamentos en beneficio de la población[5].
Entre la población saharaui no existe el analfabetismo, la educación primaria es obligatoria para todos los habitantes. Conocer la historia del pueblo saharaui es adentrarse en la lucha de un pueblo que desde hace cuatro décadas resiste al olvido, a la indiferencia, a la injusticia. Día a día la población saharaui se enfrenta a un sin número de obstáculos al depender casi totalmente de la solidaridad internacional, pues el agua, los alimentos, las medicinas que llegan a los campamentos son gracias a la solidaridad de otros países como Cuba[6], de organismos internacionales y de la sociedad civil organizada. Es importante mencionar que los niños y los ancianos son quienes más padecen esta situación.

El pueblo saharaui se encuentra en una situación de total desventaja, pues además de no poder estar en su territorio, algunos de los países que son beneficiados con esta situación tales como Francia, Estados Unidos, España, Australia, Nueva Zelandia, Lituania, Japón y Croacia, por mencionar algunos, apuestan al olvido y a la indiferencia del mundo, negando la existencia de hombres y mujeres que lo único que desean es vivir en paz en el territorio que les fue arrebatado y que para muchos significó la desaparición física de sus padres, de sus hermanos, de sus hijos.
En sus últimas semanas como presidente de Estados Unidos, Donald Trump sorprendió a la comunidad internacional al reconocer formalmente el Sáhara Occidental como parte de Marruecos.
La mayoría de los observadores creían que, al igual que con algunas de las otras decisiones impetuosas de Trump en materia de política exterior, el presidente Joe Biden la revocaría poco después de llegar al cargo. Sin embargo, para decepción de los líderes bipartidistas del Congreso, de los funcionarios de carrera del Departamento de Estado, de los principales aliados de Estados Unidos, de los académicos del Norte de África y de la comunidad de derechos humanos, se ha negado a hacerlo.
El hecho de que Biden no haya rescindido el reconocimiento de Trump de la conquista marroquí sólo prolongará el amargo conflicto del Sáhara Occidental.
El derecho internacional tiene una deuda pendiente con el pueblo saharaui. El conflicto de la República Árabe Saharaui Democrática es un asunto que se debe ubicar dentro de la descolonización y autodeterminación. El Frente Polisario reivindica el propósito de instituir la República, misma que estableció formalmente su gobierno en el año de 1976.

La solidaridad internacional es fundamental para la resistencia del pueblo saharaui, todos podemos ayudar a que esta lucha sea conocida, a que no se olvide y a no ser cómplices de los grandes capitales que quieren asfixiar la vida e historia de este pueblo que es sinónimo de resistencia y dignidad[7]. La cotidianidad del pueblo saharaui está acompañada de la resistencia de mujeres y hombres que a pesar de todo siguen sacrificando su vida por la dignidad de su patria y de su pueblo. Son más de cuarenta años, una larga espera que va acompañada de muchas interrogantes, silencios, desánimo, deseos, coraje, pero sobre todo de esperanza.
Tamara Barra Monzón es militante de la solidaridad con el pueblo sahauri y dirigente del Movimiento Mexicano de Solidaridad con Cuba
Notas
[1] México fue uno de los primeros países en reconocer a la RASD en el año de 1979, siendo el Secretario de Relaciones Exteriores Jorge Castañeda y Álvarez de la Rosa. Actualmente existe una representación diplomática en nuestro país.
[2] La República Árabe Saharaui Democrática fue colonia española, motivo por el cual su segundo idioma oficial es el español.
[3] Dr. Sidi M. Omar, “El saqueo de los Recursos Naturales del Sahara Occidental”. Consúltese en la dirección electrónica http://www.eucocomadrid.org/wp-content/uploads/2014/05/El-saqueo-de-los-recursos-naturales-del-Sahara-Occidental-1.pdf.
[4] Embajada de la República Árabe Saharaui Democrática en México. http://www.embajadasaharauimexico.org
[5] Los campamentos de refugiados saharauis están divididos en 5 wilayas o provincias, sus nombres son: Aaiun , Smara, Dajla, Ausserd y Rabuni.
[6] Cuba ha formado a una gran cantidad de médicos saharauis, muchos de los cuadros políticos saharauis estudiaron en Cuba, y en la actualidad, sigue haciendo el envío de toneladas de azúcar a los campamentos.
[7] En México existe el grupo de solidaridad con el pueblo saharaui llamado Asociación Mexicana de Amistad con la República Árabe Saharaui, (AMARAS, A.C), el cual se puede contactar a través de los correos: amaras@mexicoporelsahara.org, mexicoporelsahara@gmail.com, o en la dirección electrónica http://www.mexicoporelsahara.org. Para mayor información se puede descargar el documental Gurba en la dirección electrónica: https://vimeo.com/102311808