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PARAGUAY: A DIEZ AÑOS DEL GOLPE A LUGO

Abr 21, 2022

Paraguay: A diez años del golpe a Lugo, inicio de la debacle democrática en América Latina

Por Marcelo Mancuello, sociólogo y luchador social paraguayo

En días más se cumplirán 10 años del golpe blando o golpe institucional o Impeachment contra el ex presidente Fernando Lugo, fue un 23 de junio que se consumó finalmente el plan de la derecha paraguaya para frenar cualquier intento de avance de la alternativa progresista en Paraguay que ya había crecido más de lo recomendable, y marcando el camino a seguir para otros proyectos retrógrados en el resto de América latina donde el socialismo los gobiernos progresistas y populares gozaban de una muy buena salud.

Ex presidente de Paraguay y Ex presidente de Bolivia

El hecho acaecido en Paraguay, además de significar la casi aniquilación del progresismo en el país (ya analizaremos si es por la influencia extrema o por la propia incapacidad de los actores políticos de reponerse y sostener la lucha contra los proyectos retrogradas), fue más transcendente como antecedente directo a lo ocurrido en Brasil con la destitución de Dilma Rousseff, para lo cual los actores políticos parecen haber seguido la receta a puntillosamente modificando apenas algunos de sus condimentos, pero aplicando “innovaciones” como apresar al candidato para evitar que triunfe en unas elecciones que no tenían otro resultado posible; y finalmente el proceso en Bolivia contra Evo Morales, en el cual echaron mano de la violencia y la fuerza militar contra la población pero siguiendo el mismo método de perversión institucional.

Corría el mes de junio de 2012, y deviene la crisis política luego de haberse producido un hecho luctuoso en la región norte del país (Curuguaty – Departamento de Canindeyú), en el cual resultaron muertos 17 personas entre campesinos y policías luego de un enfrentamiento en un desalojo judicial en un asentamiento campesino en el lugar conocido como Campos Morumbí, que dicho sea de paso hasta el día de hoy no logró esclarecerse con innumerables vicios, ocultamiento de pruebas, encarcelamientos infundados, siendo condenados 11 líderes del asentamiento y luego anulada la condena por parte de la Corte Suprema de Justicia a causa de la falta de pruebas con la que se llevó a tambor batiente el juicio que los condenó. Esta crisis política del gobierno de Lugo ocurre en un momento en que su gobierno gozaba de una gran aprobación por sus logros en materia de crecimiento económico y atención a las comunidades más vulnerables y el propio Fernando Lugo gozaba de una absoluta mayoría en su popularidad, sin embargo, como veremos ello no fue ni es suficiente.

La destitución de Lugo inaugura una etapa de desmembramiento y destrucción de la institucionalidad democrática en el país, que ya de por sí era endeble en sí misma, parece haberse perdido los principios elementales de la democracia, retornando a discusiones que parecían haberse superado con la estructuración de las democracias en américa latina.

No está demás hurgar en el hecho del burdo espectáculo circense mal llamado juicio político que terminó con la destitución, en un proceso que apenas duró 2 días en el que los intereses más retrógrados de la república lograron una mayoría coyuntural (y abrumadora) y decidieron detener el fenómeno popular de Lugo en Paraguay sin el más mínimo respeto a la institucionalidad pervirtiendo incluso la propia figura constitucional del juicio político establecida en la constitución como protección democrática contra cualquier acto de tiranía de parte del Presidente de la República.

En el caso del juicio político a Fernando Lugo

En el caso del juicio político a Fernando Lugo, no se le permitió ejercer su defensa y el libelo acusatorio no tuvo un solo hecho que haya sido atribuido al presidente que permita entender que se estaba realizando una consideración objetiva de los hechos llegando incluso a afirmar que las causas “son de pública notoriedad, motivo por el cual no necesitan ser probadas”.

Si bien en las escasas 2 horas que le dieron a Fernando Lugo para que ejerza su defensa, con mucha claridad se relató el atropello que significaría la destitución por esta vía a la institucionalidad democrática del país, siendo que el parlamento se estaría atribuyendo una función que no es propia del sistema constitucional del Paraguay que es la del retiro de a confianza del Presidente figura propia de los sistemas parlamentaristas en donde el congreso es quien nombra al Presidente y en la cual es razonable que quien nombre finalmente sea quien lo destituya, en el Paraguay donde el Presidente es elegido por el voto popular directo, no es apropiado que sea destituido por una mayoría parlamentaria, sin embargo como ya estaba en el plan finalmente el hecho fue consumado y el 23 de junio el Presidente Lugo fue destituido.

En forma inmediata los lideres regionales nucleados en el MERCOSUR y en UNASUR, condenaron la forma en que fue destituido considerando el hecho como un retroceso democrático sometiendo al País a una suspensión en las membresías y no otorgando el reconocimiento al gobierno instaurado por el Vicepresidente Federico Franco Gómez quien terminó el mandato constitucional de Lugo en un esquema internacional signado por el aislamiento y su gobierno nunca llegó a ser reconocido.

Sin embargo, este relato de hechos no es lo principal que hay que analizar acerca de este proceso. La destitución de Lugo y la falta de capacidad movilizadora posterior para reponerlo en el poder les dio a las derechas latinoamericanas la señal de que puede hacerse cualquier cosa con tal de conseguir los objetivos, que los gobiernos progresistas de Latinoamerica por más que sean populares no tienen el poder suficiente como para evitar una utilización del sistema institucional y generando un buen caos a partir de cualquier aspecto que tenga cierta trascendencia mediática (o creada) se puede lograr el objetivo evitando el crecimiento de las alternativas progresistas, mientras nos quedamos discutiendo si fue golpe o no, la inercia del poder termina gobernando y destruyendo la capacidad del progresismo de reponerse del golpe y enfrentar una nueva contienda electoral con la cual se termina de procesar socialmente el duelo y todo a la normalidad.  

Gobierno de Paraguay

Como mencionamos fue la inauguración de un esquema en el cual la derecha más retrógrada del continente le pone un freno a cualquier gobierno progresista pervirtiendo los mecanismos constitucionales que debieran ser una garantía democrática utilizándolos para los fines prácticamente contrarios al espíritu de su origen.

Los daños provocados a la institucionalidad paraguaya aún no se visualizan en su totalidad. Pareciera como si hubiese barajado y repartido de nuevo ignorando la evolución humana y democrática de la institucionalidad republicana desarrollada desde la Revolución Francesa, todo está en discusión nuevamente con el mayor de los desenfados y desvergüenza posibles.

Hoy en Paraguay se destituye un parlamentario utilizando perversamente la figura de la perdida de la investidura, sin el más mínimo respeto a la institucionalidad, se destituye un gobernador o intendente opositor por la via de la persecución fiscal o judicial o la de la intervención, sin importar y cada vez que se consigue con éxito es una reafirmación de que no es necesario respetar la democracia y cada vez más el sistema se copta por la via de la ley del más fuerte, en la que los sectores que detentaron el poder desde la época dictatorial se hallan en mejores condiciones de hacerse del poder político por la vía de la institucionalidad coptada.

El país se halla sumido en una crisis sin precedentes, se persigue la lucha social, los debates mediáticos y parlamentarios se las arreglan para colocar las culpabilidades en los lideres sociales y se aprueban sin miramientos leyes que condenan las manifestaciones populares, establecen penas carcelarias para los cortes de rutas, se amplían las penas por invasiones  con las que persiguen y condenan a lideres campesinos mientras que el país se debate en una crisis económica y la narcopolítica carcome todo el sistema jurídico y político de la republica.

Mientras el proceso de Lugo se discute en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, con una condena segura para el Paraguay, en Paraguay gobierna la derecha retrograda y su principal adversario es la mafia, el sistema electoral se vuelve insuperable para cualquier alternativa progresista por la pervivencia de todos los sistemas de fraude imaginables, y las iniciativas que consiguen derrotar por esta vía no tardan en convertirse en víctimas de este esquema de persecución y destitución. Asi como la derecha aprende de las iniciativas de sus congéneres, debemos también aprender nosotros de los que han logrado exitosamente combatirlas.

Así como la destitución de Lugo, inauguró una era de golpes blandos en América Latina, las en Argentina, Bolivia y Chile pueden y deben significar el retorno a la construcción de una alternativa progresista en américa Latina,  pero esta vez preparados para resistir cualquier embate reaccionario que pretenda detener artificialmente los procesos por las vías de los golpes institucionales. La única forma por la que un gobierno progresista debe abandonar el poder es por las urnas porque significaría que perdió la confianza del pueblo, mientras la tenga debe hacer todo lo posible por honrarla y defenderse de todas las formas creativas que las derechas latinoamericanas implementaran para intentar detener los procesos de cambio.

Es una nueva etapa y debemos transitarla por la vía de la unidad, de la articulación internacional, del fortalecimiento del vinculo con los sectores populares y de la contestación a cualquier retroceso que cualquiera quiera emprender contra los logros alcanzados en temas de institucionalidad democrática y conquistas populares.

Marcelo Mancuello, sociólogo y luchador social paraguayo

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