No hay posición de izquierda con la que pueda justificarse el ataque de Putin en Ucrania
— Rusia, Ucrania, OTAN y la izquierda.
Por David Ost
Para los de izquierda, es incómodo tener que adoptar la misma posición que la del mensaje dominante en la opinión. En esos momentos, uno siente que hay algo que no entendemos, que abandonamos la lucha, que al unirnos a la condena contra un evidente mal, ayudamos a fortalecer al enemigo en casa, lo que le permite a este aparecer como el bueno de la película.
Ese ha sido el caso de la izquierda occidental con Rusia desde 1917. Antes de 1917, la izquierda consideraba a la autocracia zarista como el pináculo de la reacción autoritaria, una actitud que facilitó el camino para que los partidos socialistas de los países enemigos de Rusia terminaran apoyando la I Guerra Mundial. Pero desde la Revolución Rusa, la izquierda se ha mostrado reacia a sumarse a cualquier condena burguesa occidental de Rusia, a pesar de sus propias objeciones, a menudo feroces, contra el estalinismo o la represión de la democracia interna.
Con la guerra ya en su segundo mes, esto se repite en el caso de Ucrania a pesar del hecho de que la Rusia de Putin está mucho más cerca del modelo zarista que a nada del período soviético. En los primeros días después de la invasión, parecía que el único tema en el cual se centraban casi todos los comentaristas destacados de la izquierda occidental era la OTAN, no Rusia.
Se comenzó diciendo que la invasión era equivocada para luego proceder a centrarse en el culpable “real”, que era invariablemente Occidente. ¿Se trata de culpa? De que la OTAN ya se había extendido hacia el Oriente y que no descartaba la posibilidad de integrar a Ucrania. No importaba que la expansión de la OTAN fuera impulsada más por los europeos del este que por Washington, que originalmente estaba bastante dividido en el asunto. Tampoco importaba que la membresía de Ucrania en la OTAN no fuera inminente o que en ningún escenario imaginable se iba a dar un ataque de la OTAN a Rusia.

Lo que importaba era que todos estos movimientos estratégicos de la OTAN enojaban a Rusia y, en los primeros días de la invasión, buena parte de la izquierda de Occidente estaba ansiosa por centrar su atención en la justificada ira de Rusia. Así, lo que han logrado es minimizar la responsabilidad de Rusia, adoptando una opinión “realista” de que la rabia destructiva de una “gran” potencia es algo que el mundo debe aceptar como normal. No es sorprendente que la izquierda del Este no se haya cansado de criticar a sus homólogos occidentales.
Incluso Noam Chomsky, que condenó la invasión de la manera más enérgica llamándola “un crimen de guerra, comparable a la invasión estadounidense de Irak y la invasión de Hitler-Stalin de Polonia en septiembre de 1939”, procedió luego a concentrarse solamente en la OTAN, respaldando la opinión de alguien más, que afirma que “no habría base para la crisis actual si no hubiera habido una expansión” de la OTAN. Una vez más, Putin aparece aquí como casi indefenso, aparentemente no le quedó otra opción que invadir Ucrania para tratar de defender a Rusia.
La declaración del “Partido por el socialismo y la liberación” fue aún más dura, pero no tan diferente del enfoque de muchos otros: “Si bien no apoyamos la invasión rusa, reservamos nuestra condena más fuerte [énfasis agregado] para el gobierno de los Estados Unidos, que rechazó las legítimas preocupaciones de seguridad de Rusia en la región”.
En otras palabras, en los primeros días de esta brutal y no provocada invasión de un país soberano, la principal preocupación de parte de la izquierda de Occidente se centró en contextualizar la invasión, transfiriendo así la culpa al enemigo en casa y, en consecuencia, marcando distancia de la abrumadora condena dominante en los medios.
En cuanto a las supuestas “garantías de seguridad”, es posible que Rusia no las “necesite”. Las Grandes Potencias siempre han insistido en que sí las necesitan. Pero es realmente escandaloso que los izquierdistas se preocupen más por los intereses de seguridad de una gran potencia -en este caso una potencia militarista de derecha que se sostiene casi totalmente en la minería y la venta de combustibles fósiles que destruyen el planeta, que con los deseos de un pequeño pueblo de garantizar su independencia y de no ser invadido. La izquierda nunca ha tratado de manera tan despectiva a los pueblos marginados por el imperialismo occidental.
Absolver al imperialismo
Pero esto no me sorprende mucho. Desde finales de la década de 1970, he escrito como izquierdista sobre Europa del Este. Pero cuando critiqué las políticas soviéticas o apoyé a los movimientos de oposición en el bloque soviético, los colegas en la izquierda occidental me miraban a veces de reojo. Después de todo, la prensa y en general el mismo gobierno de EE.UU., criticaban frecuentemente las mismas cosas y apoyaban, por lo menos discursivamente, a los mismos movimientos. ¿No estaba yo respaldando así las políticas de Guerra Fría de los gobiernos de occidente cuando, como estadounidense, debía centrarme en cómo cambiar las cosas aquí?
A principios de la década de 1980, escribí numerosos artículos desde Polonia para el semanario americano de izquierda In These Times, sobre el movimiento sindical Solidaridad, un movimiento de trabajadores que luchaba contra el gobierno sostenido por la URSS, que practicaba la democracia participativa, se oponía al capitalismo y exigía sindicatos independientes.
Cuando regresé a casa, un amigo me presentó como “ex-izquierdista”. El hecho de que mi crítica del sistema socialista estatal putativamente de izquierda nunca se parecía en nada a la crítica de las contrapartes burguesas -el hecho de que la izquierda defendía los derechos laborales de los trabajadores polacos, a diferencia de la cínica defensa de Ronald Reagan de Solidaridad al mismo tiempo que aplastaba los movimientos laborales en EE.UU.- de alguna manera no significaban nada para algunos en la izquierda, preocupados más que nada de que el tomar una cierta posición podría colocarlos “en el mismo lado” que el de sus enemigos en casa.
Sin embargo, esto es contrario a todos los principios internacionalistas, y es claramente americéntrico, absolver así sea ligeramente a un imperialismo, solo porque el país que está haciendo el mal se opone al país que se cree que lo hace aún más. Culpar a EE.UU., de la invasión de Rusia a Ucrania es como culpar al Partido Comunista Alemán por el asesinato de Rosa Luxemburgo, pues si el partido no organizaba el levantamiento, que los Freikorps y el gobierno habían dejado en claro que aplastarían, no le habrían asesinado. En política, los estados siempre responden a las provocaciones, pero no están obligados a hacerlo de la peor manera posible.
El problema de la OTAN

Por supuesto, la OTAN ha sido durante mucho tiempo un importante punto de conflicto para Rusia. Occidente ha entendido que la perspectiva de una membresía ucraniana en la OTAN es tan inaceptable para Rusia que la OTAN ha declarado repetidamente que no había planes para comenzar tal adhesión, aunque sin retirar formalmente su declaración de 2008 de que ese era el objetivo a largo plazo.
Entonces, ¿Putin invadió para mantener a la OTAN fuera de Ucrania? El objetivo de la OTAN es una cosa, pero declarar una guerra que conduce invariablemente al fortalecimiento de la OTAN, sugiere que esta no es la pregunta clave. Si el objetivo principal hubiese sido eliminar del tablero la membresía de Ucrania en la OTAN, Rusia podía haber rodeado a Ucrania con sus tropas y anunciar que estaba lista para invadir.
Luego podría haber suspendido el ataque hasta realizar negociaciones de emergencia sobre la neutralidad ucraniana. Si esto fallaba, podía haber iniciado una incursión limitada al territorio controlado por los separatistas y amenazar con una escalada si no se llegaba a un acuerdo sobre la OTAN. El presidente ucraniano Volodymyr Zelensky, dijo poco después de la invasión que estaba abierto a discutir la cuestión de la neutralidad. Putin podía haber hecho varias cosas sin llegar a la guerra total para enfrentar lo que muchos dicen que es el principal reclamo de Rusia.
Entonces, debe estar sucediendo algo más. Y no está escondido.
Putin ha expresado su opinión sobre Ucrania extensamente y durante años. En julio de 2021, Putin escribió un artículo de 7,000 palabras, dedicado exclusivamente a dos puntos: que Ucrania es una parte inalienable de Rusia y, que los ucranianos no tienen derecho a gobernarse a sí mismos a menos que lo hagan en profunda colaboración con Rusia. El artículo sostiene que, durante más de mil años, existió una conexión inquebrantable entre Rusia y Ucrania que solo fue rota definitivamente por Lenin y los bolcheviques, permitiendo que la gran república soviética ucraniana se convierta en un estado independiente cuando se derrumbó la Unión Soviética.
Olvidemos por un momento el extraño supuesto de que las naciones toman su forma eterna en un momento particular de creación. La cita más importante de Putin es la siguiente: “La política soviética de nacionalidades creó tres pueblos eslavos separados, cuando de hecho solo hay una gran nación rusa, un pueblo triuno que comprende a los Grandes Rusos [es decir los rusos], los Pequeños Rusos [es decir ucranianos] y los Bielorrusos”.

El problema entonces es que, con toda la discusión centrada en la OTAN (un tema apenas mencionado en el texto de Putin de julio), es que niegan a Putin un papel activo. Se presenta a Putin como alguien que solo es capaz de reaccionar, ante EE.UU. Putin ha repetido sin cesar y con cristalina claridad lo que piensa de Ucrania, totalmente aparte de la cuestión de la OTAN.
No se trata de que el tema de la OTAN no sea importante, pero los analistas occidentales que siguen enfatizando su centralidad absoluta son simplemente culpables de no dejar que los orientales, en este caso incluso Vladimir Putin, hablen por sí mismos. Pero para Putin está claro: si hace solo un año, la OTAN hubiese cancelado el asunto de la membresía de Ucrania, Putin aún tendría el problema de la insistencia de Ucrania en ser una entidad totalmente aparte de Rusia.
Mayor evidencia sobre la preponderancia del tema de “Una Gran Nación Rusa” se encuentra en un extraordinario artículo publicado un día después de la invasión en Novosti, la agencia noticiosa oficial rusa, y que fue eliminado horas más tarde cuando se evidenció la magnitud de la resistencia de Ucrania. Sorprendentemente, parece que hubo algunos líderes máximos que creyeron que esto sería como un paseo en el parque, puesto que el artículo declara que se ha iniciado “una nueva era”, en la que Rusia “restablece su integridad histórica” al volver a unir a los rusos “en su totalidad de Grandes Rusos, Bielorrusos y Pequeños Rusos”. Y continúa, la independencia ucraniana es intolerable porque significa la “des rusificación de los rusos”.
¿Cuánto más claro puede Rusia decir que la OTAN era solo un pequeño síntoma de un problema más grande? Públicamente, Rusia se centró en la OTAN porque sabía que esto conecta con todos aquellos que se oponen al poder de EE.UU., como una forma de minimizar la responsabilidad rusa. En efecto, todos debemos oponernos al poder estadounidense. Pero si escuchamos lo que dice Putin, debemos también darnos cuenta de sus claras y orgullosas expresiones de ambiciones totalmente imperialistas respecto de Ucrania.
Putin y la izquierda
¿Hay aún personas con una visión de Putin como algo de izquierda? ¿Se debe a eso la renuencia en parte de la Izquierda de Occidente (aunque no en la izquierda de Europa del Este) a asignar las mismas malas intenciones a Rusia que a los Estados Unidos?
Es cierto que Putin sirvió durante mucho tiempo al estado soviético, perteneció al Partido Comunista y lamentó profusamente el final de la Unión Soviética. También es cierto que, en la mayoría de los conflictos internacionales durante la Guerra Fría, a excepción de aquellos al interior del bloque soviético, la Unión Soviética usualmente estaba en el lado progresista.

Pero Putin no ingresó en el aparato estatal de la Unión Soviética por razones progresistas, sino para servir a un poderoso estado ruso. No hay evidencia alguna de que Putin se haya interesado nunca en ningún tipo de ideología de izquierda. Pertenece directamente a la tradición de aquellos viejos emigrados del Ejército Blanco Imperial que comenzaron a aceptar a la Rusia soviética en la década de 1930, cuando vieron que estaba restaurando el gran poder ruso que ellos habían exigido por mucho tiempo.
De hecho, lo más cerca que Putin llega de tener un héroe intelectual, es con uno de los teóricos clave del lado anti-bolchevique en la guerra civil: Ivan Ilyin, un monárquico cristiano y admirador precoz de Hitler, cuyas cenizas Putin recuperó de EE.UU., para enterrarlas ceremoniosamente en Moscú. En cuanto a los líderes rusos del pasado, el modelo de Putin es el zar Alejandro III, quien revirtió las reformas de su predecesor y fortaleció el gobierno autoritario durante su reinado del 1881-1894, convirtiéndose en un modelo para la derecha de Europa Occidental que se oponía a las reformas liberales y socialistas, igual que Putin es hoy un héroe para Marine Le Pen o para Tucker Carlson, en su lucha contra las tendencias igualitarias del presente.
George Kennan advirtió ya sobre la expansión de la OTAN incluso antes de que nadie hubiese oído hablar de Vladimir Putin. Es probable que cualquier tipo de Rusia se opondría a la OTAN en sus fronteras. Pero no todo tipo de Rusia negaría a Ucrania los derechos más elementales de autodeterminación. Ni Lenin ni Gorbachov ni Yeltsin trataron a Ucrania de esa manera, y Putin ha condenado a los tres.
No todo tipo de Rusia respondería con una guerra total a la lejana posibilidad de una membresía ucraniana en la OTAN. Y para aquellos que siguen insistiendo en los justificados temores de Rusia respecto de la OTAN en sus fronteras, ¿cómo explicar una invasión que, como cualquiera podría haberlo predicho, más bien lleva a una OTAN más agresivamente anti-rusa desde el final de la Guerra Fría?
Reconocer la enorme culpabilidad de Putin no significa absolver gratuitamente a EE.UU. Dada su renuencia a presionar por la membresía de Ucrania en la OTAN, debería haber descartado públicamente esa posibilidad y trabajar sobre un acuerdo conjunto de neutralidad que habría activado el principal punto de conversación para Rusia. Sin embargo, independientemente de todos los pecados y culpas históricas de EE.UU., la guerra en Ucrania no es uno de ellas. Incluso Putin ubica las causas de la guerra en la presión de Ucrania por su independencia total, una presión que Putin ha dicho muchas veces que no puede aceptar.

Casi nadie en la izquierda ha apoyado la guerra. Pero decir “Abajo con la invasión rusa” e inmediatamente comenzar a culpar a EE.UU., y solo a EE.UU., por provocarla, es casi lo mismo. No solo muestra una falta de comprensión básica sobre Rusia, sino que también es una sorprendente traición a los principios internacionalistas más básicos. Si queremos apoyar el derecho de autodeterminación de los vecinos de Estados Unidos, no podemos negar esos mismos derechos a Ucrania. Si no podemos reconocer la existencia de múltiples imperialismos, somos culpables del mismo tipo de americocentrismo por el que criticamos a otros.
David Ost imparte la cátedra de Política en las universidades de Hobart y William Smith en el norte del estado de Nueva York. Ha escrito extensamente sobre Europa del Este, con un enfoque en los trabajadores, los temas de clase, democracia y la nueva derecha. Sus libros incluyen Solidaridad y la Política de la Antipolítica, Los Obreros Después de los Estados Obreros y La Derrota de Solidaridad. Sus artículos han sido publicados en Politics and Society, Eastern European Politics and Society, Constellations, European Journal of Social Theory, Comparative Politics, Theory and Society, Perspectives on Politics, European Journal of Industrial Relations, The Nation, Dissent, Telos y Tikkun. Está trabajando en un libro titulado “Workers, The Fascist Allure, and the Transformation of the Left” (Trabajadores, el atractivo fascista y la transformación de la izquierda).
Traducción de Diego Falconí
Fuente: https://www.commondreams.org/views/2022/04/02/there-no-left-position-justifies-putins-attack-ukraine